No la importó ser semilla ni fundición de la estirpe, es mundo y arrojo en las puertas de las veleidades.
POEMA
Ella se subió a un árbol
desnuda de emociones,
depositando las manos
en sus dedos,
entre brazos de aspaviento,
comía hojas y bebía la saliba
de su garganta callada
en los calcáreos originarios.
Dolida de sed y vientre absorvido
en el sostenido miedo.
Aullaba el corpillo de sus meandros,
ella doblaje sentida de mujer.
El dulce frío, carnes estrechas
siglos de vida e hierro.
Ella se bajó del ósculo
de sábana horizontal,
incomprendida en los ajustes de pervivencia,
resistió el llanto asustado,
oleaje de castidad
tumulto de ceniza sangrada.
Ella entregada a los gestos;
caminó en la amplitud de la tormenta.
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