jueves, 24 de abril de 2008

Poemario


SOL DESPIERTO

I
Hoy me rescatas en una noche
de oscuridad silenciosa.
Despojado de vanidades,
desnudo ante tus despertares.
Los deseos son fuertes
para encontrarte en tu elevada ascensión.
y me miras de lejos,
adormecido.
Los párpados parpadean
con tus longitudes lumínicas,
añorando fundirte con mi interior,
para recordar los amaneceres,
pintados de tenues dorados.
Los colores nacen a tu amparo,
bajo el influjo de tus tonos claroscuros.
Te descubres envuelta de colores ardientes,
dando calor al frío de arrugas reveladoras.
Cristales de una ventana,
te invitan a penetrar en la intimidad
de los murmullos,
en la mudez desnuda de los silencios.
Recorres tus dominios dando compresión,
al haber nacido.
Mi idolatría se queda reconfortada
al amparo de tu viveza.
Contigo es fulgor,
lo que acompaña mi esplendor, que se mueve
desde el crecimiento a la veneración.
La plasmación de la luz,
impone la soberbia de la materialidad,
esa disuelta en átomos,
en figuraciones tan sólo figuradas.
Te enfrentas
con la percepción de mi visión,
que me deja entrever la vida diluida
sobre tu luz.
La retina ve, mira,
como los tiempos se engrandecen
con la brillantez de tus hermosos brillos,
esos que contrastan con el paso
de los minutos.
Quedan iluminados los oráculos
para mostrar la biografía
de la vida,
desabrigando la sencillez compleja.
Quemando letargos de existencia,
dejando proyecciones de sombras
que delatan cobijos del vivir.
Y vives en los desiertos, en vergel
de mis humedades reflexivas.
Recorres los dominios,
donde la voluntad queda embotada
para orientarme en mis cavilaciones.
Descansas en los ímpetus
de tu renovada venida.
No hay frío, ni indiferencia,
cuando queda respaldada
con la amplitud de tu influencia.
¿Qué me dices en este crepúsculo?
Que las sabanas son las conductoras
de las humedades,
esas que destilan los temores
cuando estas ausente…
O me enseñas una realidad
sin aristas,
con puntos de fuga
que se pierden
en la evaporación de las voluntades.
Comprometidas con los latidos
de tu influencia,
hoy estoy enredado en los círculos

de la seriedad.
Me visto con traje,
pajarita al cuello
que no canta,
pero aprieta la goma de mi garganta
para distraerse en la mañana

con las visitas encontradas.
Salgo a la calle con un roto cosido,
un pantalón sin bolsillos,
un perro de cartón,
un amor vencido.
II
Corro despavorido por las aceras
desnudas de hormigas,
brújulas desorientadas.
Solo tú.
Estrella que marcas la pauta
de la noche y el día,
expandes límites lejanos.
Tu incandescencia refleja
el hervor que llega
de tu procedencia inexacta
al núcleo de la existencia.
Con los ojos bañados
en las aguas ancladas en las sospechas,
esas que se guardan en los huecos
de los espejos
reflejando los tantos naufragios.
Inmóvil ante tu cuerpo negro,
con la aspereza impuesta
por el espectro del resplandor.
Los peatones andan
en la barra del equilibrio,
aullando como lobos,
pisando la cordura, vaciándola sin sentido.
Tropiezo con el abuelo
que anda racancaneante,
llevando el lastre de lo vivido,
respirando en la atmósfera
de la memoria.
Con el frío de su mirada
desafiando el futuro,
habla el lenguaje de los días
los que alumbran las cenizas
de las palabras.
Claridades expandidas
por el empuje
de un arroyuelo sin orillas
y una barca vacía.
III
¿Dónde estáis?
¿Detrás de las sombras?
O en el fondo del olvido.
El llanto de un niño
desborda la quietud,
que enturbia la calzada,
sembrada de espejismos que están vacíos,
inocuos a la verdad replegados a si mismo.
Insiste en su propósito
con sus lágrimas de identidad.
Se queda sólo,
su mamá se ha ido a buscar el numero de la suerte.
IV
Un patrón chilla a sus obreros
que no le llenan los bolsillos.
La fabrica se quema,
arde los sudores sufridos.
Un guardia
es copia de una estatua,
firme en su sitio
nos dice que no pasemos.
No podemos rescatar
ni lo humano ni lo divino.
Se consume el estar vivo,
espero que el humo se incendie,
suba al cielo
y me abra un camino,
donde se halle una almohada,
un sueño cercano,
un vivir de muchas vidas
para un amor sin dudas.
V
Un tren viene de lejos,
llega del Olimpo
con oropeles y corona de laureles,
nos llevará a ciudades engalanadas
de fábulas y delirio,
en donde los sueños conquistan
diálogos ingenuos.
Sus personajes llevan
sombreros de festividad.
Trajes que visten la celebración,
dejar abandonada la desnudez
de la solemnidad.
Las chicas traviesas,
los ratones se maquillan
para andar en los laberintos
en donde se fragua el frenesí
del descubrimiento.
VI
Flotan las pavesas
en la imaginación
y en los timbales
del corazón.
Manos que se alcanzan
bajo un cielo estrellado,
dedos que palpan
las teclas
de la sensibilidad,
para oír, DO---RE---MI---FA---SOL.
Quedar absortos y desmedidos
en las líneas de la fantasía.
Entrar ebrio en el ascensor,
con la sangre parada unos instantes,
viajero en la vacuidad las puertas se abrirán
al final del trayecto.
Sera un vacío poblado de agujeros,
o habrá espirales que rompan
la horizontalidad.
Esa que se impone al transcurrir
del tiempo convirtiéndolo en verticalidad.
Ensayo del espíritu
que se fragua en realidades
en el avenir azaroso
del día, a día.
Lejos de nuestra cercanía,
los óvulos extrañan el correr
de la ausencia.
Espermas ahogados
en el reventar de la savia.
VI
Hoy he visto círculos concéntricos,
mañana serán rojos excéntricos.
La puerta se abre
a la salida del animalario,
jaulas despojadas de dolor,
miedos iluminados
de gotas sentidas
de bestialidad.
La naturaleza confiada
en sus aullidos,
necesitada de presencias recíprocas.
Se despliegan los aires
del primitivismo,
lo salvaje con lo manso.
VII
Tengo una ensoñación,
que talla mi percepción
de la realidad del mundo,
que río o lloro.
Se apaga el día,
hoy no tiritan
los dientes,
hoy duermes conmigo.
VIII
Los perros ladran
al sol caliente,
son dóciles,
amigos de su dueño.

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