Yo me creía que la felicidad lo circundaba todo, que los niños venían de París, que los embarazos de mi tía Juana, eran sandías comidas... Había una niña recortable, eran los vapores del deseo, yo la seguía. Que el mundo estaba en mi barrio de esquina a esquina. Una inocencia en un barco, grabado en las columnas del Plus-Ultra. Un trapo movido por unas manos afanosas se convertía en ruedas del destino. Yo me creía que mis padres no se harían viejos en la rodante vida, que la muerte no existía, y el pan se ganaba sin esfuerzos, que un hueso debajo de la almohada la carne crecía, el amor y el cariño no se perdía en los truculentos olvidos, que la imaginación se vestía de pijama para un niño inocente, abrochado a los sueños de la fantasía, lidiando en los pensamientos de la ilusión, agotándose en la madurez.
EL LIBRO DE LAS SIETE PUERTAS. PRESENTACIÓN EN MADRID
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*L*a Embajada de Bélgica, la Delegación General de Valonia-Bruselas en
España y la Fundación Ortega Muñoz en colaboración con la Junta de
Ex...
Hace 7 meses
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