Insondable.
Sentí el dedo de la risa,
el ladrido de un vocablo
que trajo el horizonte antiguo,
era un perro blanco.
Era escribiente,
escribía signos en iris,
sus puntos y comas
eran proverbios
de un cuento.
Creía en mi supuesta creencia
y no volví a creerme
y me dormí.
jueves, 25 de julio de 2013
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