La luz corría y el ciego no lo veía,
el era todo noche
y prendía cerillas
en un recuerdo amarillo.
Nadie existe sin nadie
ni bebe en la sed de un barco varado.
Sostiene un mar de otro,
que entro sin saber si iba a salir
con los poros abiertos
en la procesión de una noche acabada.
Árbol de raíces,
crece parado
en cortezas de piel.
Llama de puñal,
se clavó en la tiniebla guardada;
anonimato de mano,
que abrió el vientre de una estrella.
EL LIBRO DE LAS SIETE PUERTAS. PRESENTACIÓN EN MADRID
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*L*a Embajada de Bélgica, la Delegación General de Valonia-Bruselas en
España y la Fundación Ortega Muñoz en colaboración con la Junta de
Ex...
Hace 7 meses
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