Paso cadencioso en las callejuelas del anochecer,
sabia que me observaba,
pues un perro ladraba
y seguía sin saber a donde iba,
era temeroso con la negrura que relucía.
Con niños sin identidad,
de rostro que no conocía.
Corría con la sombra de luna
que me seguía,
era extraña la tenebrosidad de murmullos,
que no dormía en el asfalto,
descansaba del calor del mediodía.
Esperaba llegar a un lugar,
que hubiera una conversación de dedal
y aguja de coser espaldas sentadas,
que no miran ni dudan mi andar.
Quería alcanzar el desván de la noche,
guardada en la oscuridad.
Llegué a los lenguajes del movimiento,
árboles animados
en un bosque visitado,
que rompió la madrugada.
EL LIBRO DE LAS SIETE PUERTAS. PRESENTACIÓN EN MADRID
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*L*a Embajada de Bélgica, la Delegación General de Valonia-Bruselas en
España y la Fundación Ortega Muñoz en colaboración con la Junta de
Ex...
Hace 7 meses
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